¿Un turismo insostenible?
El Gobierno gallego
limita las visitas al arenal lucense de As Catedrais y crea una aplicación para
dar los permisos
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Foto elpais.com |
Hace
unos 35 años se puso de moda como destino increíble, con sus acantilados en
forma de arbotantes góticos sobre la arena, la playa de Augas Santas. Aquí
todos la llamaban así hasta que un famoso político la rebautizó con un nombre
más descriptivo y comercial, “Las Catedrales”, que con el tiempo se normalizó
por la vía del turismo, invadió las señales y se fijó como topónimo en gallego,
As Catedrais.
Ahora es tal el éxito de la playa y tanto el riesgo para el
paisaje (declarado Monumento Natural y Reserva de la Biosfera, y protegido por
la Red Natura), que desde hoy la Xunta de Galicia limita el acceso y solo se
puede visitar con una autorización oficial.
El turista debe entrar en la
aplicación "ascatedrais.xunta.es" y reservar plaza, y puede
apuntarse con una antelación máxima de medio mes, aunque a esas alturas no sepa
si entonces hará sol o si la sempiterna niebla de la autovía con salida directa
a la playa —la A-8— obligará a cortar el tráfico por varios días como pasa
tantas veces. Si el viajero llega desprevenido al lugar, sin noticias de la
nueva norma, y tiene la suerte de que quedan vacantes, según insiste la Xunta,
aún estará a tiempo de descargarse el permiso a través del smartphone.
En la entrada, añade, habrá personal con chaleco naranja que echará una mano a
los que estén pez en las nuevas tecnologías. Según Virginia Yuste, coordinadora
de Adeac (Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor), la entidad que
gestiona las banderas azules, “en las 3.000 playas de España no existe un caso
igual”.
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Foto foros.acb.com |
Cada día, desde ahora y hasta el 30 de septiembre, en As Catedrais podrán
entrar 4.812 almas. Ni una más. Esta nada redonda cifra, según el Gobierno
gallego, es el resultado de un concienzudo estudio sobre la seguridad del
entorno y de las personas. “El verano pasado se llegaron a contar 16.000
visitantes en una sola jornada”, recuerdan en la caseta municipal de turismo.
No es extraño por tanto que , en verano, se instalen una hilera de puestos ambulantes de artesanía, en
el acceso a la playa.
El número resulta aún más alto si se tiene en cuenta que
la “jornada” en esta playa, se reduce a
cuatro horas por causa de las mareas. En la pleamar, el agua inunda la arena y
las rocas por lo que solo se puede pasear bajo los arbotantes, las ojivas, las
cuevas y los pasadizos que forma el acantilado cuando se retira, dos horas
antes y dos después de las bajamares. Con la playa inundada, el agobio de gente
es aún mayor
Fuente Silvia R. Pontevedra. Ribadeo
A B C 1 Julio 2015
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